En La Promesa, el silencio ya no basta. Las antiguas paredes del palacio, testigos de años de secretos, se estremecen ante un regreso tan inesperado como explosivo: ¡Eugenia ha vuelto! Y con su llegada, los cimientos del poder empiezan a resquebrajarse.
La habitación que durante años llevó su nombre ahora pertenece a Leocadia, la confidente de Cruz que, en su ausencia, tejió su telaraña de poder con sigilo. Pero Eugenia no ha vuelto para adaptarse. Su mirada al ver la usurpación lo dice todo: esto es una afrenta imperdonable. No se trata de una simple habitación, sino del legado, del respeto, de la memoria viva de Cruz.
La tensión entre Leocadia y Eugenia arde como pólvora seca. Una rivalidad se enciende. Eugenia, con su sangre noble, su nombre y su influencia, está dispuesta a recuperar lo que le pertenece, cueste lo que cueste. Leocadia, por su parte, no cederá sin lucha. Se aferra al poder con uñas y dientes, pero sabe que este regreso amenaza con desmoronar todo lo que construyó.
Pero las sorpresas no se detienen ahí. El sargento Burdina ha reaparecido. Aparentemente devuelve el dinero que Manuel le dio, pero su verdadera intención es mucho más siniestra. Ha llegado para hablar con Alonso: ¡la fecha del juicio contra Cruz ha sido fijada! En apenas un mes, la matriarca se enfrentará al juez… y con ella, el futuro entero de La Promesa.
El ambiente se vuelve irrespirable. Las miradas se cruzan con desconfianza. Cada paso es un riesgo. Y en medio de todo esto, Curro vive atrapado entre dos mundos. Por un lado, su lealtad a Pía y su investigación secreta sobre la muerte de Hann. Por el otro, el rol de heredero que ya no siente como propio. El regreso de Eugenia solo complica más su vida: ella lo observa, lo analiza, y empieza a sospechar. ¿Qué oculta Curro realmente?
Eugenia pronto descubre que Curro ha renunciado a su estatus aristocrático. Ha elegido vivir como sirviente, lejos de los privilegios. Para ella, esto es una traición, un escándalo… y una nueva razón para intervenir. El enfrentamiento entre ambos es inevitable.
Y mientras tanto, en el corazón del palacio, nace una complicidad inesperada. Martina, solitaria y dolida, encuentra en Curro un refugio, un apoyo sincero. Pero esta cercanía no pasa desapercibida. Jacobo, movido por los celos, ve esta relación como una amenaza directa, una afrenta al orden social. El triángulo estalla en miradas, en silencios que gritan… y en tensiones que amenazan con estallar.
En otro rincón, una luz de esperanza brilla. Petra, marcada por su pasado, ofrece una nueva oportunidad a Alicia, confiando en el padre Samuel para transmitirle la propuesta de trabajar en la panadería. Un gesto de redención que toca el corazón de todos. Alicia, que solo conoció la dureza, empieza a ver en La Promesa un nuevo comienzo.
Y mientras florece esta posibilidad, Catalina y Adriano intentan saborear la paz con su recién nacido. Pero esa tranquilidad se ve empañada por la llegada de Leocadia, quien no duda en cuestionar su matrimonio y sembrar dudas. Su amable tono esconde una intención clara: recuperar el control político que cree que le pertenece.
Porque en La Promesa, cada gesto tiene un precio, cada palabra puede ser un arma. El juicio a Cruz, el regreso de Eugenia, los secretos de Curro, los celos de Jacobo, las sombras de Leocadia… todo converge hacia una tormenta inminente.