Todo empieza con el empeño de Leocadia por separar a Ángela de Curro, el joven que ha conquistado el corazón de su hija. Para la estricta y clasista madre, Curro no es más que un intruso sin apellido que amenaza la pureza de su linaje. Le exige a Ángela que se marche a Suiza para continuar sus estudios, pero un giro inesperado detiene sus planes: Ángela enferma gravemente y queda postrada en cama.

Lejos de mostrar empatía, Leocadia ve esto como un obstáculo para sus planes. Sin embargo, la enfermedad de Ángela la obliga a quedarse en el palacio, lo que intensifica la tensión entre madre e hija. El médico dictamina reposo absoluto, descartando un viaje en los próximos días. La rabia se apodera de Leocadia, quien comienza a ver cómo todo su poder se desmorona frente a su hija cada vez más decidida… y cada vez más unida a Curro.

En medio de la fiebre y el cansancio, Ángela recibe la visita secreta de Curro. El joven, preocupado por su estado, le promete estar a su lado sin importar lo que suceda. El momento tierno es brutalmente interrumpido por Leocadia, que irrumpe en la habitación como un huracán de furia. Enfrenta a Curro, lo amenaza con echarlo del palacio y lo obliga a salir con ella para “hablar a solas”.

En el pasillo, Leocadia revela su verdadero rostro: no le importa el bienestar de su hija, solo le interesa mantener el control absoluto sobre su vida. Le exige a Curro que se aleje, pero el joven la enfrenta sin miedo. “No me tienes miedo, ¿verdad?”, escupe Leocadia. “No, ya no”, le responde él, desafiándola con una sonrisa amarga.

Pero Leocadia no se rinde fácilmente. Corre al despacho del marqués Alonso para persuadirlo de expulsar a Curro. Argumenta que la cercanía del joven a Ángela afecta la imagen del marquesado y remueve las heridas abiertas por la tragedia de Eugenia. Alonso, cansado pero aún confiando en Curro, acepta enviarlo temporalmente a otra propiedad. Lo único que exige es que Leocadia sea quien dé la noticia.

Sin embargo, la villana no contaba con la fuerza silenciosa de su propia hija. Ángela, sintiéndose un poco mejor, llama a Curro y le pide que le cuente la verdad. ¿Por qué su madre odia tanto su presencia? ¿Qué esconde? En ese momento, Curro, entre miradas evasivas y silencios pesados, deja escapar una frase clave: “Hay cosas que deberías saber… cosas que tu madre nunca querría que descubras.”

Lo que sigue es una escena de alto impacto. Ángela, decidida a obtener respuestas, confronta a su madre delante de toda la familia en el salón principal. La joven, con el rostro aún pálido pero la voz firme, expone a Leocadia ante todos. “Basta de mentiras”, grita. “No voy a ser como tú. No voy a vivir de apariencias ni a destruir a los que amo por mantener una imagen falsa. ¡Sé lo que hiciste con Eugenia! ¡Sé lo que ocultas sobre Curro!”

El salón enmudece. Todos giran hacia Leocadia, cuya expresión se congela. “¿Qué dices, Ángela?”, balbucea la mujer. Pero es tarde. La verdad ha salido a la luz. Ángela revela que ha descubierto que Leocadia fue una de las responsables de la caída emocional de Eugenia y que ha manipulado durante años las decisiones de Alonso usando secretos del pasado.

La confesión no solo deja a Leocadia expuesta, sino que transforma para siempre la percepción que todos tienen de ella. La nobleza que alguna vez aparentó tener se derrumba ante la mirada atónita de los presentes.

Ángela, por fin libre de las cadenas emocionales de su madre, se abraza a Curro. “Ya no tengo miedo”, susurra. “Ni de ella, ni del futuro.” El público estalla en murmullos. Leocadia, derrotada, sale del salón con la mirada vacía… pero con la promesa silenciosa de que esto aún no ha terminado.

🌟 ¿Qué nuevas consecuencias traerá esta revelación? ¿Podrá Leocadia contraatacar o ha comenzado su caída definitiva? Y sobre todo, ¿será esta la oportunidad de Curro y Ángela para ser felices sin sombras del pasado? 🔥 No te pierdas el próximo capítulo de La Promesa, porque lo que viene… te dejará sin aliento.