La Promesa se prepara para una semana cargada de tensión emocional, decisiones drásticas y la llegada de personajes que podrían cambiar para siempre el destino del palacio. En el episodio 631, que se emitirá el martes 8 de julio —tras el paréntesis provocado por la Eurocopa femenina—, las aguas que parecían calmas vuelven a agitarse con fuerza. La salida de Rómulo aún deja una herida abierta entre los miembros del servicio, pero una nueva tormenta está a punto de desatarse… y su epicentro será Ricardo.

Desde que el fiel mayordomo se despidió del palacio para buscar su felicidad junto a Emilia, todas las miradas se han volcado hacia Ricardo como sucesor natural. El servicio entero parece apoyar su ascenso: las doncellas le regalan una chaqueta idéntica a la que llevaba Rómulo, símbolo de respeto, reconocimiento y esperanza. Ricardo, emocionado, se deja llevar por la ilusión. Por primera vez en mucho tiempo, vuelve a sentirse útil, respetado, y listo para asumir una responsabilidad mayor.

Pero La Promesa no sería La Promesa sin su ración de traiciones encubiertas y cuchillos por la espalda. Mientras Ricardo se deja abrazar por las falsas expectativas, Leocadia observa en silencio, tejiendo un plan alternativo con una frialdad escalofriante. Sin pronunciar grandes discursos, hace lo que mejor sabe: imponer su criterio en las sombras, hasta que finalmente lanza su estocada.

Y entonces, cuando todo parecía encaminado hacia la designación de Ricardo como nuevo mayordomo jefe, llega él: Cristóbal Ballesteros, un hombre enigmático, de porte severo y maneras autoritarias. Su presencia no solo desconcierta al personal, sino que pone en jaque la aparente armonía que reinaba entre los muros del palacio. Cristóbal no viene a ganarse el puesto: ya lo tiene, y viene dispuesto a ejercerlo con mano dura.

El desconcierto entre el servicio es total. Nadie entiende cómo ni cuándo se tomó la decisión. Ricardo queda humillado sin que nadie se lo diga directamente. Su mundo se derrumba, su confianza se desploma, y la chaqueta que tan orgullosamente había recibido se convierte ahora en símbolo de burla y desdén. Para muchos, este nombramiento representa algo más profundo: una traición a los valores de lealtad, mérito y respeto que Rómulo representaba.

Mientras tanto, en otro rincón del palacio, se respira un aire distinto. Tras la emotiva declaración de Curro, Ángela ha decidido no huir. Su decisión de quedarse, de plantar cara a Leocadia y a Lorenzo, es un acto de valentía que conmueve y sorprende por igual. Ángela no solo se queda por amor, sino por dignidad, por la necesidad de dejar de vivir bajo el yugo de su madre. La joven, impulsada por el apoyo de Curro, da un giro a su vida y se convierte en símbolo de resistencia en La Promesa.

A la par, la trama de Manuel y los motores da un vuelco inesperado. El marqués descubre que las mejoras que Toño le había presentado no son idea suya, sino de su prima Enora, una joven brillante que, hasta ahora, había permanecido en las sombras. Fascinado por su ingenio, Manuel decide integrarla directamente al equipo del hangar. Enora, tímida pero apasionada, acepta con ilusión, aunque sabe que en un mundo de hombres y títulos nobiliarios, su presencia no será aceptada por todos.

Por otro lado, la tensión entre Catalina y Martina continúa creciendo. La llegada del Barón de Valladares, un poderoso arrendatario, pone en jaque las decisiones de gestión que Catalina ha impulsado con Adriano. El barón se queja, amenaza con represalias, y pone sobre la mesa la pregunta que todos se hacen en voz baja: ¿Está Catalina llevando la finca hacia un futuro sostenible o hacia un conflicto inevitable con la nobleza?

La fricción entre las primas ya no es un simple choque de estilos: es una batalla ideológica entre el pasado y el futuro. Mientras Martina aboga por la prudencia y el acomodo, Catalina lucha por modernizar la finca a pesar de las consecuencias políticas. En medio, Adriano observa con preocupación creciente cómo la distancia entre ambas podría comprometer no solo la gestión… sino también su compromiso con Catalina.

Y como si el drama emocional y político no fuera suficiente, la investigación sobre el secuestro del hijo de Pía toma un giro inesperado. Curro aparece con un periódico cuya portada hace temblar los cimientos del caso: Joyerías Llop se ha declarado en bancarrota tras ser acusada de fraude, y su propietario ha desaparecido. Esta información transforma el rumbo de la investigación. La nota que Pía encontró junto a la cuna ya no parece una petición de rescate, sino una advertencia, una venganza… o incluso una amenaza de alguien muy poderoso.

El trío formado por Pía, Vera y Curro se lanza a reexaminar todas las pistas. Si el secuestro no fue por dinero, ¿cuál era entonces el verdadero objetivo? ¿Qué relación guarda todo esto con la misteriosa desaparición de Esmeralda? ¿Están enfrentándose a una red más grande, capaz de manipular desde las sombras y de borrar a quien se interponga?

Así, entre la sombra del nuevo mayordomo, el despertar de Ángela, el ascenso de Enora, las disputas entre nobles y la investigación criminal que amenaza con salpicar a toda la familia, La Promesa entra en una nueva etapa donde nada ni nadie está a salvo. Cada paso es una jugada de ajedrez, cada palabra puede ser un arma, y cada decisión, una condena o una liberación.

La llegada de Cristóbal Ballesteros es solo el inicio de un tiempo oscuro. Porque La Promesa está cambiando. Y cuando el poder cambia de manos, también lo hace la lealtad… y la paz.

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