Procedente de la corte del duque de Carvajal y Fuentes, su simple presencia genera desconfianza. Leocadia, siempre atenta a los movimientos estratégicos, lo mira con recelo. Sabe que un hombre con esa mirada afilada y esa autoridad silenciosa no aparece sin propósito… y teme que tras él se oculte una agenda que podría arruinar su dominio sobre las finanzas del marquesado.

Pero el golpe más duro recae sobre Ricardo Pellicer, que había soñado con heredar el puesto de mayordomo jefe tras la marcha de Rómulo. En lugar de eso, debe ver cómo un completo extraño ocupa su lugar y desmantela en minutos la simpatía y confianza que él había cultivado por años. Humillado, solo una visita inesperada logrará devolverle la sonrisa… aunque no sin consecuencias.

Mientras tanto, en el hangar, la joven Enora continúa sorprendiendo con su deslumbrante talento técnico. Su alianza con Manuel en el proyecto de aviación no solo revoluciona el desarrollo agrícola de la finca, sino que también despierta celos entre Catalina y Martina. Lo que parecía una colaboración prometedora se convierte en una guerra declarada entre primas, donde se mezclan viejas heridas, visiones de futuro y rencores nunca sanados. La finca, una vez símbolo de unidad, está ahora al borde de la división.

En medio del caos, Don Gonzalo, patriarca de la casa Carril, se entera por la prensa de una noticia devastadora: Esmeralda ha desaparecido. Nadie sabía nada, y el eco de su ausencia amenaza con destapar secretos familiares enterrados durante generaciones. La inquietud se filtra como veneno: Curro, Vera y Pía perciben que algo mucho más oscuro se esconde tras esta desaparición… algo que podría redefinir los lazos de sangre en La Promesa.

Ángela, por su parte, debe enfrentarse al mayor desafío emocional hasta ahora: el descubrimiento de la verdadera naturaleza de su madre adoptiva. La mujer que decía quererla es, en realidad, una manipuladora de rostro amable y corazón gélido. La joven se encuentra entre la espada y la pared. ¿Logrará demostrar su inocencia tras haber golpeado al marqués de Andújar en defensa propia? ¿O será expulsada de nuevo, convertida en paria por un acto que en realidad es el grito de una víctima?

Y aquí llega el bombazo. En un giro que dejará sin aliento a todos los habitantes del palacio, Cristóbal Ballestero lanza una confesión imposible de ignorar: ¡Él es el verdadero padre de… alguien dentro de La Promesa! Aunque su revelación no menciona nombre al principio, el efecto es devastador: miradas congeladas, secretos amenazando con salir a flote, y Leocadia al borde del colapso al entender lo que eso podría significar para su reputación, su poder y su control absoluto.

Santos, el misterioso exjefe de servicio, vuelve a aparecer en escena, pidiendo volver al palacio. Cristóbal, inexpresivo, evalúa su petición. Lo que parecía una simple reincorporación podría ser el inicio de una alianza explosiva o una guerra encubierta. Santos no es cualquier hombre: fue apartado por saber demasiado. Traerlo de vuelta es abrir la puerta a antiguos fantasmas y nuevas conspiraciones.

Al mismo tiempo, Ricardo se ve obligado a aceptar una oferta humillante: para seguir en La Promesa, deberá dejar su puesto de mayordomo y convertirse en criado personal del marqués, un retroceso social que lo enfrenta a sus propios límites de orgullo y dignidad. ¿Será este paso atrás la antesala de una venganza cuidadosamente orquestada?

Mientras los hilos del poder se tensan, Curro observa con creciente inquietud la influencia silenciosa pero devastadora de Cristóbal, que ya ha empezado a minar la autoridad de Leocadia. Cada número en los libros contables, cada margen tachado, cada cifra revisada bajo su supervisión parece llevar una intención oculta.

Petra Arcos, la encargada de llaves, se convierte en una figura crucial. Ahora bajo la vigilancia constante de Cristóbal, su poder crece en las sombras. Ningún secreto puede esconderse detrás de las cerraduras que ella custodia. Cada paso que da es observado, cada conversación pesada en la balanza del nuevo orden.

Pero lo más inquietante ocurre en una escena silenciosa pero cargada de simbolismo: Ricardo recibe un extraño obsequio. Un limón verde y un puñado de arena dorada. Un mensaje en clave que parece provenir de un rito ancestral, una advertencia de que el tiempo corre y que su posición pende de un hilo. La promesa de ascenso… o la amenaza de un descenso irreversible.

Y mientras todos intentan adaptarse al nuevo régimen, el cuaderno de las cubiertas doradas, donde se esconden las memorias prohibidas de la familia, desaparece en un incendio nocturno. Loe y Federico, los únicos que sabían de su existencia, quedan devastados. ¿Quién tuvo el valor de destruirlo justo cuando su contenido iba a salir a la luz? ¿Qué secretos intentaron enterrar definitivamente?

La Promesa ya no es un refugio de nobles corazones. Es un tablero de ajedrez donde cada movimiento cuenta, donde el menor error puede significar la ruina. Y ahora que Cristóbal Ballestero ha revelado ser padre de alguien dentro del palacio, el linaje, el amor y la verdad están en juego como nunca antes.

La guerra de las almas ha comenzado. Y solo uno saldrá ileso.