En Sueños de Libertad, lo que parecía una simple joyería de lujo se convierte en el epicentro de una red criminal que amenaza con salpicar a todos, especialmente a Vera. La revelación es tan devastadora como inesperada: el verdadero dueño del negocio Job, esa joyería en apariencia impecable, no es otro que el mismísimo Duque de Carril, padre de Vera. Un hombre que, lejos de haber abandonado sus viejos hábitos, ha perfeccionado el arte de moverse entre las sombras, utilizando el comercio de piedras preciosas como tapadera para una maquinaria de chantaje, espionaje… y hasta asesinatos por encargo.
Todo comienza con una pista inquietante: las citas en la joyería se gestionan de forma controlada para que el dueño, sin presentarse jamás, pueda observar a los clientes sin ser visto. ¿Cómo lo hace? A través de un orificio oculto en un cuadro. Desde allí, un hombre llamado Jacinto Iglesias, supuesto familiar del Duque y su cómplice más leal, espía las reuniones privadas que mantiene Esmeralda, la encargada del negocio. Ella anota cada cita en un cuaderno… pero ese no es el que importa. Existe otro, con tapas doradas, donde Jacinto registra los verdaderos nombres de quienes solicitan servicios especiales: chantajes, palizas, envenenamientos, asesinatos a medida. Es el archivo secreto de los pecados que sostienen al Duque.
Curro, cada vez más cerca de la verdad, se da cuenta de que algo turbio se cuece en la joyería y lo comparte con López y Pía. La mención de Jacinto Iglesias desencadena la reacción de Vera: “Por desgracia, sí lo conozco.” Una frase cargada de un dolor personal que apunta a un vínculo familiar oscuro, quizás inconfesable. ¿Es Jacinto su tío? ¿Su primo? Sea quien sea, lo que queda claro es que forma parte de un engranaje del que Vera no ha podido escapar del todo, pese a sus intentos de construir una vida distinta.
Durante semanas se había especulado en silencio sobre la identidad del propietario del Job. Algunos apuntaban a Leocadia, otros incluso al Duque de Carvajal Cifuentes. Pero la verdad es más punzante: el Duque de Carril, tan elegante como inmoral, es el cerebro detrás del sistema criminal que opera desde ese escaparate de lujo. No se trata solo de vender joyas: el Job es una sede de encargos clandestinos, un centro de inteligencia al servicio del chantaje y el control. Y como bien resume Claudia, una seguidora del canal de Gustav TV: “El padre de Vera espía a sus clientes, los anota y luego los extorsiona. Negocio redondo.”
Este esquema de extorsión funciona como un reloj. Los clientes que solicitan servicios oscuros son grabados mentalmente por Jacinto, que toma nota en su famoso cuaderno dorado. Luego, el Duque evalúa a quién puede sacar más provecho. Si ve que es alguien influyente o adinerado, activa su siguiente jugada: chantajearlos para exprimirlos aún más. Así, no solo gana con la venta de joyas, sino también con la manipulación y el miedo. Y si alguien se rebela… sabe cómo silenciar.
Esta revelación también pone bajo sospecha a varios personajes. ¿Qué hacía Doña Cruz visitando tan frecuentemente la joyería? ¿Solo compraba collares? ¿O acaso encargó también algún “producto especial”? De pronto, las piezas encajan: el misterioso envenenamiento de la baronesa de Graza Lema ya no parece tan misterioso. ¿Fue ese uno de los encargos mortales realizados en el Job? ¿Está Cruz implicada?
El verdadero horror de esta red no es solo su eficacia, sino su invisibilidad. Mientras todos creían que el Duque estaba medio arruinado, él amasaba una fortuna desde la clandestinidad. Y por si fuera poco, ya intentó arrastrar a Don Alonso a uno de sus negocios sucios: el famoso proyecto automovilístico que, por suerte, Alonso rechazó en el último momento. No por falta de insistencia. El Duque estaba dispuesto a todo, a envolverlo en una trampa que lo habría dejado sin un solo real.
La joyería Job, así, deja de ser un escenario decorativo y pasa a ser el centro neurálgico del crimen organizado en la serie. Y cada nuevo encargo, cada cliente que cruza su puerta, queda registrado para siempre en el cuaderno dorado de Jacinto. Un libro que, en las manos equivocadas, puede hacer temblar a toda la aristocracia.
Para Vera, esta revelación no solo es una vergüenza: es una amenaza directa a su futuro. ¿Podrá desligarse de la sombra de su padre? ¿O el Duque utilizará su propia sangre como peón de su imperio de sombras?
Lo cierto es que esta trama acaba de explotar con una fuerza inesperada, y promete convertirse en uno de los ejes centrales de ‘Sueños de libertad’ en los próximos capítulos. El Job ya no es una joyería: es una trampa de la que pocos salen indemnes.
Y recuerda: si hay un agujero en el cuadro, es porque alguien te está mirando… y quizás ya esté escribiendo tu nombre en ese maldito cuaderno de tapas doradas.