La semana que se avecina en La Promesa promete ser una auténtica bomba emocional. El regreso de Eugenia, la hermana de Cruz, sacudirá los cimientos del palacio y pondrá en jaque a los Luján, especialmente a Lorenzo.
Todo comienza cuando se revela que el conde de Ayala ha sido quien ha rescatado a Eugenia del sanatorio, retirándole la medicación y posiblemente “poniéndola al día” sobre todo lo que ha ocurrido en su ausencia. Aunque Ayala no aparecerá físicamente, su influencia será clave: una carta confirmará que fue él quien facilitó su regreso.
Eugenia llega transformada, marcada por años de encierro y traiciones. Y aunque Ayala puede haberla envenenado contra los Luján, la verdad es que poco hacía falta: Lorenzo, Cruz, Leocadia e incluso Alonso no son inocentes de los horrores que sufrió.
La tensión sube en palacio desde el primer momento:
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Catalina anuncia su intención de casarse con Adriano, y el marqués, aunque da su bendición inicial, pronto cederá a las presiones sociales y prohibirá el enlace para proteger la reputación de Leocadia.
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Toño sigue luchando por ganarse la confianza de Manuel en su proyecto de motores aeronáuticos, mientras las diferencias con su madre Simona se agravan.
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Petra, para sorpresa de todos, continúa mostrando una actitud radicalmente diferente, generosa y amable, casi irreconocible.
Mientras tanto, Curro y Pía no cesan en su investigación contra Lorenzo. Sospechan que está implicado no solo en el asesinato de Dolores, sino también en el de Hann, y que podría tener conexiones peligrosas con Rufino de la Merced, el experto en venenos. La red de crímenes parece cerrarse cada vez más sobre Lorenzo.
El momento clave llega con el gran regreso de Eugenia al palacio. La familia, temiendo su frágil estado mental, decide ocultarle todos los sucesos recientes: la cárcel de Cruz, el embarazo y los escándalos. Para ello, Curro se ve obligado a retomar su antiguo rol de señorito ante los ojos de Eugenia, fingiendo que todo sigue igual que años atrás.
La actuación de Curro no es sencilla. Cada gesto, cada palabra, supone una presión enorme, mientras lucha por contener las emociones que su madre adoptiva despierta en él.
Pero Eugenia no ha vuelto para ser una mera espectadora. Muy pronto comenzará a hacer preguntas incómodas, a desconfiar de las versiones oficiales y, sobre todo, a acercarse peligrosamente a la verdad sobre Lorenzo. Su instinto materno y su lucidez, recuperada parcialmente, la impulsarán a proteger a Curro a toda costa.
Mientras tanto:
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Martina es descubierta en sus visitas secretas a Cruz en prisión, provocando un grave cisma en la familia Luján. Alonso, Manuel y Catalina se sienten traicionados por la lealtad ciega de Martina hacia la mujer a la que todos consideran culpable de asesinato.
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Petra sigue ganándose poco a poco el respeto y cariño del servicio, ayudada especialmente por Samuel, cuyo optimismo contagioso ha logrado suavizar su carácter.
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En paralelo, Ángela comienza a investigar el pasado de Curro, interrogando a Leocadia sobre su conexión con Dolores y la familia Luján, desenterrando viejos secretos que muchos preferirían mantener enterrados.
El gran dilema moral que se plantea es evidente:
¿Hasta dónde llegará Eugenia para salvar a Curro?
¿Se enfrentará abiertamente a Lorenzo, sabiendo que podría desencadenar una guerra interna en La Promesa?
El viernes culmina la semana con una nueva confrontación:
Catalina, herida por la prohibición de su boda, planta cara a su padre.
Curro, decidido, se arriesga a pasar tiempo a solas con Eugenia, desafiando las órdenes de no alterarla.
Y mientras tanto, las tensiones en el servicio siguen creciendo con las sospechas sobre la extraña nueva Petra y los secretos que Rómulo ya no podrá ocultar mucho más.
La Promesa está a punto de estallar. Con Eugenia como catalizadora, los días de Lorenzo parecen contados.
Y esta vez, no habrá marcha atrás.