El palacio de La Promesa se convierte en un campo minado de emociones y revelaciones. Curro, atrapado entre el abismo de sus sentimientos y la rigidez de las normas sociales, decide finalmente abrir su corazón a Ángela. El momento es íntimo, delicado, y profundamente emotivo. A solas con ella en el invernadero, la luz del atardecer los envuelve mientras él, con voz temblorosa pero decidida, le confiesa su amor. Le pide que lo llame por su nombre, rompiendo con el protocolo que los separa. “Estoy enamorado de ti, Ángela. Completamente”, confiesa Curro, en un acto de valentía que podría tener consecuencias irreversibles. La doncella, conmovida y sorprendida, no sabe qué decir… pero tampoco se aleja. ¿Podrá este amor sobrevivir al peso del linaje?
Mientras tanto, el escándalo estalla en los pasillos del castillo. Adriano, creyéndose invisible, sale furtivamente de la habitación de Catalina… justo cuando Alonso, el marqués de Luján, pasa cerca. La mirada del marqués es una mezcla de furia contenida y decepción devastadora. “¿Qué demonios hacía saliendo de la habitación de mi hija a estas horas?”, pregunta, con una calma que hiela la sangre. Adriano balbucea, pero no hay excusa que valga. Alonso lo expulsa, y Catalina, entre lágrimas, queda atrapada en un mar de emociones. Lo que parecía un romance secreto amenaza con destruir reputaciones y relaciones.
Lejos de los ojos inquisidores, Leocadia hace su jugada. Introduce en el palacio a Emilia, una enfermera aparentemente impecable que debe cuidar de Catalina. Pero nadie esperaba el impacto que su presencia tendría en Rómulo. Cuando se ven, el mundo parece detenerse. “¿Rómulo, eres tú?”, murmura Emilia. Él, con el corazón agitado, logra apenas contener su reacción. Comparten un pasado que ambos creían enterrado, pero que ahora resurge con una fuerza peligrosa. Leocadia, sin saberlo, ha desenterrado un secreto que podría desestabilizar por completo la paz del servicio.
En paralelo, Manuel y Toño siguen soñando con el hangar aeronáutico, mientras la tensión se respira en cada rincón del palacio. La desaparición de Santos y la fuga de Ana levantan sospechas, sobre todo en Vera, que empieza a ver un inquietante patrón. ¿Están conectadas estas ausencias? La atmósfera se vuelve más espesa cuando se anuncia una fiesta para celebrar el cumpleaños de Lorenzo. Pero lo que debería ser un momento de celebración, se convierte en una amenaza silenciosa.
Curro, ayudando con los preparativos, encuentra una carta. En ella, un nombre le helará la sangre: Rufino de la Merced, un experto en venenos relacionado con la investigación de la muerte de Yana. ¿Qué hace un hombre así en la lista de invitados? ¿Qué intenciones esconde su presencia? El peligro se cierne como una sombra sobre todos.
La decisión de Curro de abrir su corazón llega en el peor momento. El castillo se ve atrapado entre pasiones prohibidas, secretos del pasado, y un veneno –quizás real, quizás simbólico– que amenaza con envenenar todo lo que tocan. El capítulo 581 de La Promesa no solo enfrenta a los personajes con sus propios sentimientos, sino que plantea una pregunta más oscura: ¿cuánto cuesta decir la verdad cuando todo a tu alrededor está construido sobre secretos?