Buenas noches, señor, ¿se encuentra bien?
En medio de la calma nocturna, una voz preocupada interrumpe el silencio, preguntando con suavidad si todo está en orden. Él, con gesto sereno, responde que no hay de qué alarmarse. La sugerencia de traerle sal de frutas para aliviar su malestar revela que quien le habla ya ha comenzado a conocerlo más de lo que aparenta. Ella percibe en su semblante que algo le inquieta, tal vez relacionado con la empresa. Aunque él admite que existen ciertos problemas, deja claro que prefiere mantenerlos en la fábrica, lejos de su vida personal. Entonces, con un suspiro compartido, surge el deseo imposible de hacer lo mismo con todas las demás cargas que pesan sobre el corazón…