En la víspera de la gran fiesta, todo parece brillar: los candelabros resplandecen, los pasillos bullen de preparativos, y cada sirviente oculta nervios, miedos y secretos. Petra, con el poder en sus manos, vuelve a imponer su ley con crueldad despiadada. La tensión entre los criados es insostenible. Mientras tanto, Adriano se ahoga en su papel de heredero fingido y Manuel es un fantasma entre los invitados, arrastrando una carga invisible… una carta sellada por Cruz.

Esa carta contiene la verdad sobre la muerte de Juan Ezquerdo, la sangre que mancha las manos de más de un inocente. Curro, acorralado por el dilema moral, ya no puede callar más. El secreto de Jana, su implicación y las mentiras que tejieron su historia, lo empujan al límite. En una conversación tensa con Pía, explota: “¡No fue tía quien mató a Juan! ¡Fue una mentira… y yo ayudé a mantenerla viva!”. El eco de sus palabras retumba por los muros del palacio como un presagio.

Pero no es el único con verdades peligrosas. Vera, bajo la excusa de llevar caldo a Leocadia, prepara su fuga junto a Lope. Sin embargo, en la terraza, es testigo de algo inesperado: Ángela se enfrenta valientemente a dos hombres que intentan acorralarla. Su reacción es feroz, decidida. Ángela ya no es víctima: es una mujer que no teme pelear por su libertad.

En el salón, la aristocracia celebra, pero cada sonrisa esconde una amenaza. Adriano tropieza con sus nervios, confundiendo nombres de artistas, mientras Manuel, cada vez más apartado, encuentra entre la multitud a Ana, una misteriosa joven con conocimientos de aviación y una actitud que lo hipnotiza. Ella no es una invitada cualquiera: trae consigo planos de motores sobrealimentados y una propuesta que encenderá la chispa dormida en el alma del heredero.

Mientras tanto, Petra lanza su ofensiva final contra el padre Samuel, recordándole un beso robado y una traición imperdonable. “Si no me das mi lugar, lo confesaré todo…”, le susurra con veneno en los labios. El sacerdote, pálido, sabe que la amenaza es real.

Y en el momento más inesperado, Manuel toma una decisión arriesgada: rompe el sello de la carta de Cruz. Sus ojos recorren las líneas, su rostro se transforma. Lo que lee no solo desmonta su visión de Jana, sino también la de su padre. Una verdad tan poderosa que puede destruir la estructura entera del palacio.

Pero… ¿se atreverá a revelarla?

La noche de máscaras se convierte en un tablero de ajedrez donde cada jugada puede ser la última. Nadie está a salvo. Lo que comenzó como una celebración ahora huele a traición, a chantaje, a huida y redención.

La promesa se tambalea… y cuando el velo caiga, ¿quién se mantendrá en pie?

✨ Prepárate: en el próximo capítulo, los secretos explotan, los lazos se rompen y el pasado cobra venganza. La verdad ya no puede esconderse más… y Jana, la mujer que lo sacrificó todo, tendrá que enfrentarse a su caída o a su redención definitiva.