La tensión en La Promesa ha alcanzado un nuevo punto de ebullición, y esta vez, los focos apuntan directamente a Lorenzo de la Mata y Leocadia, dos de los personajes más manipuladores y temidos de la historia. Pero todo imperio, incluso uno tejido con mentiras y amenazas, comienza a resquebrajarse tarde o temprano. Y el momento ha llegado.
El palacio de los duques de Carril, donde el valiente López sigue infiltrado, se ha convertido en un hervidero de intrigas. El capitán Lorenzo ha irrumpido allí sin previo aviso, como quien se cuela en casa ajena sin ser invitado. Su llegada ha descolocado a todos, en especial a Gonzalo, el padre de Vera, que no oculta su incomodidad: “¿Qué haces aquí?”, le pregunta con frialdad, consciente de que este hombre no aparece nunca sin una intención oculta.
Porque sí, Lorenzo es como una garrapata: se engancha y no hay quien lo quite. Ya lo hizo en el palacio de La Promesa, y ahora pretende repetir la jugada en territorio ajeno. ¿Su objetivo? Nadie lo sabe con certeza, pero todo apunta a que está urdiendo un nuevo golpe.
Y todo esto ocurre mientras Vera no consigue pegar ojo. El presentimiento de que su amado López corre peligro la tiene al borde del colapso. Desde que él se infiltró en casa de sus padres para investigar los oscuros negocios del duque, la joven no ha tenido un solo día de paz. Las llamadas urgentes, las confidencias con Curro y Pía, y la ansiedad que se le nota en cada gesto, revelan que algo grave está a punto de estallar.
¿Y qué pinta Lorenzo en todo esto? La clave podría estar en un lugar muy específico: la joyería Job. Un establecimiento propiedad del padre de Vera, que vende mucho más que joyas. Porque allí, además de anillos y collares, se hacen encargos especiales, de esos que no se anuncian en vitrinas… ni se pagan con tarjeta. ¿Habrá ido Lorenzo a pactar algo con el duque a espaldas de todos? ¿Y si ese “algo” tiene que ver con Ángela, la hija de Leocadia?
Recordemos que Lorenzo está furioso con Ángela. La joven se negó a pedir perdón a don Facundo después de golpearlo por haberla manoseado durante una fiesta. El capitán, más preocupado por sus negocios con Facundo que por la dignidad de la muchacha, ve en ese gesto un obstáculo para cerrar su próximo acuerdo: venderle vino del viñedo de Facundo al ejército. Un negocio suculento… que peligra por culpa de una joven con principios.
Y aquí es donde entra la sospecha más inquietante: ¿Podría Lorenzo haber ido a encargar algo en la joyería Job para eliminar a Ángela de la ecuación? ¿Uno de esos venenos discretos que sólo se consiguen “bajo pedido”?
Pero si algo sabemos de Leocadia, es que podrá discutir con su hija, presionarla para que se marche a estudiar a Suiza o llamarla desagradecida… pero si alguien amenaza a Ángela, se convierte en una madre leona. Si Lorenzo se atreve a tocar un solo cabello de la joven, Leocadia lo destruirá sin piedad.
Todo esto coloca a López en el centro del huracán. Si Lorenzo se cruza con él en el palacio y lo reconoce como el cocinero infiltrado en La Promesa, su tapadera volará por los aires. Y todos sabemos que el capitán no es precisamente indulgente con quienes se interponen en su camino.
Los guionistas lo saben. Nos tensan con la posibilidad de que el encuentro sea inminente, que López caiga en manos del enemigo justo cuando más vulnerable está. Pero también podrían estar jugando con nosotros. Quizás, en el último segundo, López no esté donde debería. Tal vez esté con Amalia, la madre de Vera, o con su cuñado Federico. Un giro de guion para mantenernos al borde del asiento.
Lo que sí está claro es que algo huele a podrido en el palacio de los duques de Carril. Las maniobras contra la familia Luján no han cesado, y la llegada de Lorenzo no hace más que intensificar ese clima de conspiración. Él nunca da un paso sin motivo, y esta vez parece estar planeando un doble movimiento: atacar a Ángela para salvar su negocio, y hundir a Vera y su familia desde dentro.
Pero no lo tendrá fácil. Porque en esta ocasión, las piezas comienzan a moverse contra él. Vera ya no es la chica frágil de antes. Ha aprendido a defender lo que ama. Y Leocadia, si descubre que su hija está en peligro por culpa de Lorenzo, no dudará en aplastarlo. El cazador podría convertirse en la presa.
¿Y qué hay de López? ¿Logrará salir ileso de esta red de traiciones? ¿Podrá continuar con su misión sin ser descubierto? Todo apunta a que el próximo capítulo será decisivo. No solo para él, sino también para desenmascarar al verdadero Lorenzo de la Mata, ese capitán que siempre actúa entre sombras, pero que por fin podría recibir su merecido.
Y mientras tanto, nosotros, los espectadores, seguimos atrapados en esta trama fascinante donde nadie es completamente inocente y todos tienen algo que ocultar.
No te pierdas el próximo capítulo de La Promesa. El castillo de mentiras se tambalea… y los golpes, al fin, empiezan a caer.