Tras un tiempo alejado y marcado por la prisión injusta, Rómulo regresa a La Promesa gracias a la ayuda incondicional de Manuel. Pero este regreso no es una simple vuelta a casa: es el inicio de un terremoto emocional y familiar que amenaza con derrumbar los cimientos del palacio. Rómulo no vuelve solo. Vuelve con un secreto que ha llevado en el corazón durante años: una verdad tan grave que podría destruir la imagen impoluta de Cruz.
Manuel, fiel a su afecto por el mayordomo, organiza una cena en su honor. Pero Rómulo tiene otros planes. Esa noche, frente a toda la familia, comenzará a destapar la caja de Pandora. Sin embargo, antes de que pueda hablar, Cruz toma el control de la situación. Con su habitual frialdad, acusa a quienes han difundido rumores sobre una supuesta infidelidad de Alonso, y lanza una amenaza directa a Rómulo: o revela el nombre del culpable, o está fuera.
Con una calma cortante, Rómulo responde: la culpable es la duquesa de Carril. El salón enmudece. El nombre de la duquesa no es cualquier cosa. Cruz estalla, acusándolo de inventar y de manchar el honor de la familia. Manuel interviene, pidiendo mesura, pero Cruz se siente traicionada. Rómulo insiste: ha pasado años sirviendo, observando, callando. Ahora es momento de que la verdad salga a la luz.
La tensión crece hasta que Alonso, callado hasta entonces, se levanta y con voz firme exige el fin del teatro. Esta cena no era para destruir, sino para celebrar. Su marcha silenciosa pone punto final a una noche marcada por las sombras del pasado y los secretos a punto de explotar.
Rómulo sabe que lo que tiene que decir aún no ha sido revelado del todo, pero ya ha encendido una mecha que nadie podrá apagar. Cruz, furiosa y humillada, siente que el control se le escapa. La verdad está más cerca que nunca, y cuando llegue, nada volverá a ser igual en La Promesa.