En el capítulo más impactante de La Promesa, una revelación sacude los cimientos de la hacienda y cambia para siempre la vida de Santos: Cruz es su madre. Y la verdad, silenciada durante años, estalla con violencia, dolor y lágrimas jamás derramadas.
Todo comienza con Santos, solo y desgarrado, incapaz de llenar el vacío que lo consume desde niño: la ausencia de una madre que nunca conoció. Petra, impulsada por la compasión y harta de guardar un secreto tan doloroso, decide actuar. Tras una conversación tensa y emocional, va a buscar a Cruz con un solo objetivo: obligarla a confesar.
La marquesa, sorprendida, intenta defenderse, pero Petra no cede:
“Santos tiene derecho a saber. Es cruel seguir mintiéndole.”
Cruz estalla de rabia, amenaza a Petra, y la tensión entre ambas alcanza un punto insoportable. Pero Petra no se deja intimidar y consigue una promesa: una semana para que Cruz le diga toda la verdad a su hijo.
Sin embargo, Cruz no tiene intención de cumplir. En lugar de llamar a Santos, cita a Petra en un lugar apartado, en medio del bosque, con oscuros propósitos. Le dice que ese será el momento de la verdad… pero solo entre ellas dos. Petra, que ya presiente el peligro, intenta marcharse, pero Cruz la bloquea y, con voz fría y mirada venenosa, saca una pistola.
“Te lo advertí, Petra. Quien intente destruir lo que he construido… lo elimino.”
Petra, paralizada por el miedo, suplica que recapacite. Pero Cruz, consumida por la vergüenza, grita desesperada:
“¡Santos no debe saber nunca que es mi hijo! ¡Nació de un error, de una vergüenza!”
Justo cuando parece que va a apretar el gatillo, una voz rompe el silencio del bosque:
“¡DETENTE!”
Es Santos. Guiado por una corazonada, ha llegado justo a tiempo. Se lanza sobre Cruz para desviar el disparo. El arma se dispara, pero la bala se pierde en un árbol. El tiempo se congela.
Cruz se gira, paralizada. Lo ve… y sabe que lo ha escuchado todo.
“Tú… eres mi madre…”
Con lágrimas en los ojos, Santos pregunta:
“¿Por qué me negaste? ¿Por qué nunca me quisiste?”
Cruz intenta hablar, pero no puede. Finalmente, derrotada, susurra:
“Tenía miedo. Miedo de perderlo todo. Tú naciste de algo que no supe afrontar.”
Santos suelta una risa amarga:
“Para ti solo fui un error que había que esconder.”
Sus palabras caen como una sentencia sobre Cruz.
Y por fin… la marquesa llora. Las lágrimas que se había prohibido durante toda su vida fluyen con fuerza. Ya no es la mujer imponente de siempre, sino una madre rota por el remordimiento.
Santos, con voz quebrada, pronuncia su despedida:
“Nunca tuve una madre… y ahora sé por qué.”
“No te necesito, Cruz. Nunca te necesité.”
Y se va. Sin mirar atrás.
Petra, aún temblando, se incorpora. La verdad ha salido a la luz. Pero el precio ha sido altísimo. Cruz queda de rodillas, sola, destrozada, abandonada por el hijo que renegó toda su vida.
🔥 Una revelación devastadora. Una madre sin perdón. Un hijo hecho pedazos.
¿Qué pasará ahora en La Promesa? ¿Pagará Cruz por sus crímenes? ¿Podrá Santos perdonarla algún día?
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Lo peor… está por venir.